Se suele decir que «la cara es el reflejo del alma». Y, de hecho, es a través de nuestro rostro como los demás (y nosotros mismos) pueden conocernos; nuestras emociones, nuestros estados de ánimo, nuestra edad aproximada, nuestra etnia…
¿Os imagináis una vida sin poder ver todas esas caras que vemos a diario y que tan rica información nos aportan? Imaginad que no podéis saber si vuestra pareja está triste, feliz o enfadada. Imaginad ir a recoger a vuestros hijos al colegio y no saber cuál de todos es. Imaginad no poder diferenciar a vuestro jefe del resto de vuestros colegas en el trabajo. Imaginad no reconocer a vuestra propia madre. O, aún peor, imaginad miraros al espejo y no poder reconoceros a vosotros mismo. Pues esto es lo que les ocurre a aquellas personas que sufren prosopagnosia.