Desde el primer caso documentado a principios de los ochenta, el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida) siempre ha ido acompañado de estereotipos y falacias que no sólo han obstaculizado la prevención, detección, tratamiento e investigación de la enfermedad, sino que también han provocado que la vida (social, laboral, académica, etc.) de las personas que padecen de esta afección sea, en muchas ocasiones, un infierno. Algunos estudios parecen confirmar todo este entramado discriminatorio, correlacionando los estados depresivos y ansiosos de algunos de estos pacientes con problemas a la hora de buscar trabajo o encontrar pareja (Moreno Díaz, 2015). Por ello, para conmemorar el Día Internacional de la Acción contra el SIDA, desmentimos algunos de los mitos más populares en torno a esta patología que afecta a día de hoy, a más de 78 millones de personas alrededor del mundo, según los últimos datos de ONUSIDA.
«El SIDA y el VIH son lo mismo…»
En un interesante estudio realizado en 2008 por la Sociedad Española Interdisciplinaria del SIDA (SEISIDA) con una muestra de 1607 sujetos entre 16 y 80 años, se estudiaron las creencias y actitudes de la población española hacia las personas con SIDA. En dicha investigación se descubrió que aunque sabemos descifrar correctamente las siglas del SIDA y el VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana), existe un gran sector de la población (en el estudio llegaba casi al 45%) que sigue identificando ambos conceptos como sinónimos.
Como nos explica la web del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, «el SIDA es un estado avanzado de la infección causada por el virus (VIH), que provoca la destrucción progresiva del sistema inmunitario«. No son sinónimos: el VIH es la causa del SIDA.